Derecho a tener un hijo.
Si el deseo se convierte en derecho subjetivo, el ordenamiento jurídico se convierte en un supermercado donde cada uno (según su capacidad económica) puede satisfacer a crédito sus más íntimas aspiraciones.
Por otro lado, si tener un hijo en el fondo no es más que un intento de colmar una carencia afectiva por parte de sus padres, en pura lógica, no habría inconveniente para que sus características pudieran elegirse por catálogo.
Ahora bien, como no todo el monte es orégano (hay menús del día, especiales, turísticos y hay quien puede permitirse el lujo de comer a la carta), la Seguridad Social debería garantizar, al menos, una comida diaria a cualquier ciudadano que lo solicitara (pero que después no se queje de los posibles defectos...)
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