El profeta laico, neomesías secularista, una vez cumplida su misión pedagógica en Windland, abandona al pueblo soberano, que implora al talentoso que no le deje sólo.
Pero el líder carismático continua imperturbable su ascenso hacia lo necesario, elevándose cada vez más sobre lo contingente:
"no os preocupéis, os enviaré al espíritu absoluto, permaneced en mi alianza (de civilizaciones) y pactad como yo he pactado."
Ya no ve, ya no escucha, ya no toca, ya no siente, porque su Estado Federal no es de este mundo, no es humano.
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