Antonio Fraguas, "Forges", es sin duda alguna el autor de humor gráfico más popular en España. Popular en un triple sentido:
(i) no hay oficina, despacho, ministerio, subdelegación del gobierno, hospital, ambulatorio o chiringuito de cualquier especie que no cuente, al menos, con una viñeta de Forges pegada en la pared o al lado de la pantalla del ordenador;
(ii) muchas de las expresiones que utilizan sus personajes han prendido en el habla coloquial española, por ejemplo, "gensanta", "analfaburra" o "analfabestia", "esborcio", "stupendo" y un largo etcétera; Forges es un auténtico torrente de creación de modismos; y
(iii) muchos de sus personajes han calado en el imaginario colectivo, hasta el punto de poder oírse -al igual que pasó en su día con Berlanga- habitualmente referencias a muchas situaciones "forgianas", cuyos esteriotipos (los funcionarios, los naúfragos, las viejas de pueblo, los indios y vaqueros, el matrimonio en la cama, etcétera) son reconocidos como propios por el conjunto de la sociedad.
Este último punto es el que me interesa destacar. Por encima de su (indudable) calidad técnica y de su (cuestionable) posicionamiento político, el gran mérito de Forges es haber logrado una obra con un doble plano de lectura muy claro: puede ser leído con agrado tanto por representantes de la "alta" cultura como por cualquier currela que nunca haya pasado del Marca. Es decir, Forges ha conseguido perfilar un lenguaje identificable por el pueblo "pueblo", dentro de una espiral de retroalimentación que no se había visto desde, posiblemente, la generación del 27.
En mi humildísima opinión, Forges, desde hace varios años, ya no es Forges, sino una caricatura reducida de sí mismo. Aún así, el conjunto de su obra es tan sumamente brutal, que no quedará jamás empañada por tan poca digna coda.
Dejo aquí dos links:
1) el de su web oficial (muy divertida y original):
http://www.forges.com/#/home/
2) el de sus colaboraciones en el diario El País:
http://www.elpais.com/vineta/
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